La reciente declaración de la guarania como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO no solo reconoce su valor artístico, sino que también compromete al Estado paraguayo a promover y preservar esta joya cultural.

La guarania, con su melancolía poética y raíces profundamente paraguayas, es una expresión musical que nació de la sensibilidad de Flores. Su vida, sin embargo, estuvo marcada por una lucha constante contra la injusticia. Como miembro del Partido Comunista, enfrentó persecución política, exilio y hasta la prohibición de regresar a su tierra natal. La historia de Flores es también la historia de la resistencia cultural frente a la opresión.

Con esta declaración, el gobierno de Paraguay tiene la obligación de no solo salvaguardar la guarania, sino también honrar a quienes hicieron posible que este género musical sea el emblema que es hoy. Pero, ¿Cómo hacemos para que esta promoción no sea solo un acto simbólico? Desde nuestro análisis, urge abrir espacios inclusivos donde las voces jóvenes y marginalizadas, incluyendo las de las comunidades cannábicas puedan abrazar y reinterpretar a la guarania desde perspectivas actuales.

Así como Flores luchó por la dignidad del pueblo paraguayo a través de su música, nosotros creemos en la capacidad del arte y el cannabis como herramientas de transformación social. En notas anteriores estuvimos observando como en festivales, conciertos, eventos, los músicos paraguayos rompen estigmas y levantan su voz.

En un país donde la represión todavía resuena en muchos aspectos de la vida cotidiana, recordemos que Flores también fue perseguido por soñar con un Paraguay más justo. Que la declaración de la guarania como patrimonio de la humanidad sea entonces, no solo una celebración, sino también un llamado a seguir luchando por nuestra identidad y nuestras libertades.

Porque llenarnos de flores es también llenarnos de arte, esperanza y resistencia.